24 de enero de 2012

He tenido durante mucho tiempo la creencia de que la arquitectura es un bien de primera necesidad y que el arquitecto es un humilde artesano del espacio.

Siempre me he sentido atraído por la idea de la claridad espacial y la estructural. Pasion por el reduccionismo y el minimalismo extremo.
Superficies blancas, superficies lisas. Luces y sombras cortantes.

Con el tiempo empieza a darme cierta repulsa ver estos espacios faltos de vida. Impersonales.
-Esos que quedan de muerte en las revistas-
SANAA lo sabe bien...Bien blanco. Ese espacio tan claro, ese espacio...vasto. Que visualmente es uno. Ese espacio continuo, sin sorpresas...Sin ¿narrativa?

Pienso que el diseño, cuando es bueno, pasa desapercibido.
Pero la arquitectura (y no me refiero a un edificio construido sino a la definición de Le Corbu en la que dice que la arquitectura es ese momento de elevación del alma, del espíritu. Eso que te toca el corazón...) no es un objeto sino lo contrario. Es el no-objeto. Lo efímero, lo no-fisico.


Creo que ver las fotos del pabellón de cristal de Kazuyo y Ryue me ha dejado frío.

Bueno espero que esto tenga algo de sentido.
Aquí dejo una foto que creo que describe muy bien un tipo de arquitectura que esta en auge.



(Cierto es, que de miedo la poca sensibilidad en términos de escala y del paisaje del parasol por J.Mayer H.-que nose quien es ni se nada de su obra-. ¿Esto esta realmente construido? Horror y Miedo en grandes proporciones. Miedo.)
Me recuerda a la mierda del London Eye.



Uff aquí lo dejo que me esta entrando el frio de nuevo.

(Barragán mándame algo de calorcito y por favor aparécete a Botta y dile que poner árboles en lo alto de un cilindro...mmmm...poner árboles en lo alto de un cilindro).




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