2 de febrero de 2012

Nos gusta escuchar música pretenciosa pero odiamos la pretensión.

Admiramos la escultura griega pero aborrecemos el culto al cuerpo.

Creemos en el amor platonico pero el brillo de nuestro labio revela nuestra arrogancia.

Vamos de humildes pero sudamos cinismo por todos nuestros poros.


No hemos existido nunca, y por ello, siempre existiremos.

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