27 de febrero de 2012

Ayer me fui a 78 grados 8 minutos 18,19 segundos hacia al norte y 37 grados 11 minutos 49,51 segundos hacia el oeste. Él le llama Belustra, allí donde cogí el teléfono.

Me recordó que era el lugar donde solo podía llegar a través del subconsciente, en el más profundo de mis sueños. Qué solo aparecería el teléfono cuando hubiese purgado todo lo turbio de mi sangre.
Y fue de entre la pila de negro, sangre coagulada, de donde por fin saqué el cahivache. Como no, el típico teléfono con dial de 1922, DE ROJO CEGANTE.


Marqué-y tal es la ubicuidad del Señor que marque todos los prefijos internacionales en orden geográfico, norte-sur, este-oeste, desde mi posición-.

Me confesé ateo.

-Se rio. ///Todos los glaciares temblaron///

Y me dijo...




Mientras no pierdas la fe... que nada te robe el sueño.

Y con una hostia que valgame Dios, volví al lecho habiendo hecho un trecho de 3341.11 km con una inclinación de 130.85 grados. Y fue, créanme,
hoyo en uno.

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